El Papa eméritocumple este sábado 95 años, y el primero que le ha felicitado ha sido el Papa Francisco. El pontífice aprovechó la calma antes del ‘maratón’ de ceremonias de la Semana Santa, y el miércoles por la tarde lo visitó en su discreta residencia en los Jardines Vaticanos, el monasterio Mater Ecclesiae.
Según el Vaticano, durante el encuentro los dos papas «mantuvieron una conversación afectuosa y rezaron juntos». Visto que es Semana Santa, quienes viven con Benedicto aseguran que no están previstas otras celebraciones particulares, aunque harán los oficios de un modo más solemne.
Benedicto XVI , amante de la liturgia, habrá apreciado sin duda que su cumpleaños caiga justo en Sábado Santo, pues también se celebraba esa misma fiesta el día en que nació. En su personal autobiografía «Mi vida» explica que lo bautizaron con el agua que acababan de bendecir en la Vigilia Pascual.
«Nací el 16 de abril de 1927, Sábado Santo, en Marktl, junto al Inn», relató él mismo en 1997. «Ser el primer bautizado con la nueva agua se consideraba un importante signo premonitorio. Siempre ha sido muy grato para mí el hecho de que, de este modo, mi vida estuviese ya desde un principio inmersa en el misterio pascual, lo que no podía ser más que un signo de bendición», aseguraba entonces. «Cuanto más lo pienso, tanto más me parece la característica esencial de nuestra existencia humana: esperar todavía la Pascua y no estar aún en la luz plena, pero encaminarnos confiadamente hacia ella«, añadió.
La salud de Benedicto XVI
«El papa está físicamente débil, pero la mente le funciona muy bien», ha confiado esta semana su secretario Georg Gänswein en una entrevista publicada en Italia. Confirma lo que aseguran quienes visitan al papa emérito: que vive serenamente su retiro en los Jardines Vaticanos.
La debilidad física de Benedicto le impide caminar con soltura y le hace hablar con voz muy baja, pero está lúcido y mantiene conversaciones informales. En febrero, se publicaron unas fotos del papa emérito tomadas con teleobjetivo en las que se le veía en silla de ruedas, descansando bajo el sol en un patio interior de su residencia privada, envuelto en una manta y con una gorra de color claro.
Desde hace tiempo Benedicto es el pontífice más longevo, pues ha superado con creces los 93 años y 4 meses de su predecesor León XIII. Quizá el secreto es que a sus 95 años, mantiene un estilo de vida metódico, que comienza muy temprano todos los días y que incluye una misa a las 7:30 de la mañana que celebra sentado, -«no ha habido ni un día que no celebrara la misa«, confía su secretario.
El papa emérito dedica su tiempo a leer, estudiar y responder a algunas cartas. Además, con la llegada de la primavera y el buen tiempo, los médicos le autorizan a salir a tomar un poco de aire en los Jardines Vaticanos.
Su retrato espiritual más reciente lo ha publicado Stefan Oster, obispo de Passau, la diócesis de los lugares de la infancia del papa emérito, y una de las pocas personas que tienen acceso frecuente a su residencia. «Es un hombre dotado de un alma grande y de una fe sincera como la de un niño. Es un hombre de gran profundidad y claridad espiritual, con mucho sentido del humor y verdadera capacidad de escuchar», asegura.
En julio de 2020 falleció el último de sus parientes directos, su hermano Georg. Quienes viven con Benedicto constatan que lo echa mucho de menos, pues pide a menudo que le pongan sus grabaciones dirigiendo el coro de niños de la catedral de Regensburg,donde trabajó durante 30 años.
Benedicto escribió a principios de febrero su última declaración pública. Con ella respondía al informe que analizó cómo había gestionado las denuncias de abusos durante sus años como arzobispo de Munich, y que apuntó que no habría actuado correctamente en cuatro casos.
Aunque sus colaboradores desmontaron las acusaciones de negligencia y concluyeron que «no se correspondían a la verdad de lo ocurrido», él envió una carta en la que pedía perdón.
«He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia católica. Tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares«, respondió.
Desde que Benedicto XVI renunció al papado el 28 de febrero de 2013, hace ya 9 años, ha intentado llevar una vida discreta y apartada, y ha conseguido mantenerse al margen de intentos polémicos de quienes maniobraban para oponerlo al Papa Francisco. Entre los dos pontífices existe una relación de admiración y apoyo cordial, que no se limita al respeto recíproco.
El Papa Francisco lo sigue considerando «un hombre prudente». «Para mí es como tener al abuelo sabio en casa», explicó al inicio de su pontificado. «Es como tener al abuelo sabio en casa. Si tuviese una dificultad o algo que no entiendo, le llamaría para pedirle consejo», añadió.
Cuando el año pasado cumplió 94 años, Benedicto se lo tomó con bastante buen humor. «No esperaba que fuese tan largo el camino que iba a recorrer desde el último día de pontificado hasta las puertas de san Pedro en el Cielo», bromeó. Ahora este sábado le tocará soplar otras 95 velas.